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Reflexión Semanal desde la Capellanía del Centro de Comercio

Primera lectura
Lectura del libro de Isaías (50,5-9a)

Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol Santiago (2,14-18)

Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Marcos (8,27-35)


Conocemos realmente quién es la persona de Jesús? El ser humano ávido por conocer e interpretar aquello que lo desvela y le causa de una u otra forma admiración y misterio, ha tratado de comprender de la mejor manera aquello que lo cautiva y vislumbra (M. Eleade); eso ha pasado con la figura de Jesús de Nazaret. Un personaje controversial y para muchos polémico –depende con la intención con la que se mire-, un ser humano que ha irrumpido en nuestra historia, marcándola tanto que es imposible desconocerlo.

Los relatos evangélicos –Mateo, Marcos, Lucas y Juan-, al igual que todo el llamado Nuevo Testamento, nos permiten tener una visión importante de la persona de Jesús: su vida, su obra, sus predicaciones, amigos y hechos realizados por Él de la mejor manera, así como lo narra san Lucas al inicio de su relato, pues Lucas ha puesto ordenadamente todo lo relacionado con respecto a Jesús en su evangelio.

Éste domingo, hay una pregunta puntual por parte del mismo Jesús para sus discípulos: « ¿Quién dice la gente que soy yo?», pregunta que tiene diversas respuestas, pero también hace la misma pregunta al grupo más cercano –los doce-: «Y vosotros, ¿quién decís que soy?». De doce sólo uno responde: «Tú eres el Mesías.». Nosotros podríamos preguntarnos: ¿y los otros porque no respondieron?, ¿será que no conocen bien a Aquel que ha dedicado un buen tiempo para estar con ellos?

Acá es donde perfectamente podemos encajar nosotros, en la respuesta que damos al mismo Jesús. ¿Cuál es nuestro concepto de Jesús? Muchas serían las respuestas hoy –y todas ellas muy respetables y loables-, pero no siempre son verdaderas y acertadas. La decisión de conocer a Jesús, es muy personal, pero procuremos no conocerlo por simple referencia o de oídas. Un Jesús como el que quería Pedro –acomodado a sus intereses y necesidades -, no es el Jesús que se nos presenta como nuestro Salvador y Redentor. Arriesguémonos a conocerlo y a conocerlo bien.

José Aníbal Rojas Bedoya
Capellán Centro de Comercio

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