REFLEXIÓN SEMANAL
DESDE LA CAPELLANÍA DEL CENTRO DE COMERCIO
Lecturas del Domingo 32
del Tiempo Ordinario-Ciclo B
Solemnidad de todos los
Santos
Primera
lectura
Lectura
del primer libro de los Reyes (17,10-16)
Segunda
lectura
Lectura
de la carta a los Hebreos (9,24-28)
Evangelio
Lectura
del santo evangelio según san Marcos (12,38-44)
Me gusta de cuando en cuando
ponerle un título a los Domingos del tiempo litúrgico, pues creo que así se
hace más fácil su recordación. Para éste bien podríamos decir que es el
“Domingo del abandono en Dios”. Lo digo de ésta manera, ya que la consonancia de
la primera lectura del Libro de los Reyes, y el Evangelio de Marcos, nos
presentan en la figura sencilla y humilde de una mujer viuda, el amor y al
preocupación de Dios Padre por todos y cada uno, sin importar su condición.
Es útil anotar acá lo que significaba
ser una mujer viuda en el contexto histórico del Israel antes y después de
Jesús. Inicialmente pudiéramos decir que ya la condición de ser viuda era
considerada como un “abandono de Dios”, y por lo tanto como persona no era
tenida en cuenta en medio de la sociedad, por eso en muchos casos, éstas
personas vivían alejadas de su familia y del conglomerado social. Solo Dios es
quien vela por ellos y conoce sus más íntimas necesidades, por eso la
expresión: “Te juro
por el Señor, tu Dios, que no tengo ni pan; me queda sólo un puñado de harina
en el cántaro y un poco de aceite en la alcuza. Ya ves que estaba recogiendo un
poco de leña. Voy a hacer un pan para mí y para mi hijo; nos lo comeremos y
luego moriremos”
La
pobre viuda con su espíritu de sacrificio y su adoración práctica de Dios
avergüenza a la gente de largas oraciones y de palabras altisonantes. Dentro
del recinto del templo, en el llamado atrio de las mujeres, se encontraba una
sala -la cámara del tesoro- en la que había trece cepillos en forma de
trompeta. Los recipientes servían para recoger las ofrendas con distintos
fines, incluso para los ofrendas libres sin ninguna finalidad concreta.. Los
visitantes del templo no depositaban ellos mismos el dinero en los cepillos,
como ocurre entre nosotros, sino que lo entregaban al sacerdote encargado, el
cual lo depositaba en el arca correspondiente, según el deseo del donante. Esto
explica cómo Jesús pudo advertir la ofrenda de la viuda. La ofrenda de la mujer
pertenece a las ofrendas libres. La viuda quería hacer una ofrenda a Dios. Las
ofrendas para ayuda de los pobres se depositaban en otro lugar o se recogían en
un bote. El gesto significa que se entrega a Dios sin condiciones. Y una
persona así también mirará por los pobres y, si es necesario, compartirá con
ellos hasta el último bocado. La mujer se entrega a Dios “con todas sus
fuerzas”, es decir, con todo lo que posee y tiene. El mensaje del evangelio
queda así suficientemente clarificado: quien se entrega sin reservas a Dios lo
hará igualmente por sus hermanos, especialmente los más necesitados. Por eso la
comunidad cristianan que lee el evangelio de Marcos entiende que los dos
mandamientos principales, de una manera plástica, le son presentados en este
fragmento. Por eso este evangelio sigue teniendo vigencia y urgencia hoy.
P. José Aníbal Rojas Bedoya
Capellán de Comercio